UN PASEO PARA RECORDAR

Era 1958 y Landon ya había tenido una o dos novias. Juraba, incluso, que ya se había enamorado, aunque no imaginaba que se enamoraría de Jamie Sullivan, la hija del pastor bautista del pueblo. Jamie era callada, siempre llevaba la Biblia entre sus libros para el colegio, cuidaba de su padre viudo, rescataba animales abandonados y era voluntaria en el orfanato. Sin embargo, un giro del destino hizo que Jamie se convirtiera en la pareja de Landon para el baile. Y desde ese momento, la vida del chico cambiaría para siempre. Estar con Jamie le enseñó las profundidades del corazón humano y lo llevó a tomar una decisión asombrosa que marcaría el comienzo de su madurez.