¿A quién no se le subió alguna vez una Chinche Peluda? Poder reconocerla -iy detenerla !- a tiempo no es tarea sencilla, pero tampoco imposible.
Tras años de trabajo como psicoterapeuta infantil, la autora nos ofrece una de sus más tiernas metáforas transformada en una valiosa herramienta para prevenir y regular
enojos, rabietas y caprichos.
Está destinada a niños, padres y educadores … iy a cualquier persona que a veces se sienta prisionera de la Chinche Peluda!
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