EN EL LAGO

En Karuizawa, popular lugar de veraneo, Gimpei Momoi se somete a una sesión de masajes.
Despedido tras un escándalo de su puesto de profesor de Lengua en un colegio secundario, odia sus
pies deformes casi con la misma intensidad con que se siente atraído por las jovencitas.
El lago, con su superficie donde relámpagos y fogatas anuncian lo ominoso, lugar del primer amor,
del errante fantasma del padre y también término de comparación de imágenes intensas, es el
generador por excelencia de sensaciones.
“Gimpei se dedica a perseguir jovencitas; incluso contempla matarlas. Kawabata no
embellece su codicia. A pesar de que fracasa en sus objetivos una y otra vez, y tiene
éxito cuando no lo desea, Gimpei nunca advierte que todas las bellas desconocidas en
realidad sustituyen figuras del pasado. […] Por medio del fluir de la conciencia,
descendemos en su obsesión perversa con la belleza inasible de la juventud y también
en sus dolores más hondos.” —Martín Felipe Castagnet