$34.900
Autor/es: CESARONI CLAUDIA
Editorial: PAIDOS
Dimensiones | 23,0 × 15,0 cm |
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Hay existencias
La frase pertenece a Cormac McCarthy y aunque es pertinente, podría completarse afirmando que los momentos felices también dan ese estatuto de realidad a nuestras memorias. En esas aguas se mueve este libro en el que Claudia Cesaroni logra una carambola a varias bandas: recordarse como niña en tránsito a la adolescencia (del Nesquik a la militancia), retratar escenas particularmente tiernas y felices rescatadas de los años más oscuros de la historia argentina, y contar maravillosamente cómo era la vida cotidiana/suburbana en una época turbulenta, cuya crueldad tiende a velarlo todo.
La autora revisa recuerdos de infancia y juventud, agendas y cuadernos llenos de peripecias y anhelos, para concluir que se habla poco sobre cosas que también pasaban en dictadura, junto al horror, la censura y el silencio. Dice Cesaroni en las primeras páginas de este libro luminoso: “Había risas, amor, organización, compromiso político, luchas, esperanzas, lecturas, películas, música, convicciones y deseos. En particular, se habla poco de quienes pasamos nuestra adolescencia durante esos años: no fuimos parte de la generación de los 70, y llegamos mayores de edad a 1983.
A veces se nos llama la generación perdida, y yo creo que no lo somos, que se recuperó la democracia, también, desde las múltiples expresiones vitales de las que fuimos protagonistas”. “Las heridas tienen el extraño poder de recordarnos que nuestro pasado es real”.
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